Exposición en Félix Gómez e instalación en Sala Maravillas, Sevilla, 2011.
Exposición e instalación en Museo de Osuna, 2012.
For her Plantae project Rocio Arregui Pradas brought women and plants together. Women with their own personal plants. In mid-summer floral dresses these women were documented in their own habitats with living flowers and plants next to them. Eventually these individual plants were all brought together in a final assemblage a statement of inter-species communication. The vegetal vernacular of the home, its connectivity to life.
In a way the Plant project relates to Rocio’s own paintings that engage humans with a series of living and vegetal environments. The fusing, merging of the two is subtle, and like Bonnard, the inner and outer worlds seem interchangeable, irreducible, intimate. Rocio Arregui Pradas’ personal, allegorical paintings and studies are a kind of “light symbolism” where space, air, elements are left open to breathe so to speak. Flowers highlighted, a kind of landscape body memory, and the fusion of all these interchangeable elements are imbued with a sensibility of enduring human presence, the way we carry memories over the ages, through time as something close to dream experiences – inter-generational – always in time, out of time.
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John K. Grande (written in Seville, 2016)
(Para su proyecto Plantae, Rocio Arregui Pradas pone en relación mujeres y plantas. Mujeres con sus propias plantas. Estas mujeres, con sus vestidos veraniegos de flores, son fotografiadas en sus propios hábitats junto con sus flores y sus plantas. Durante un tiempo estas plantas individuales se reunen y acompañan en una declaración de comunicación entre especies; lo vegetal vernacular de la casa, su conectividad a la vida.
En cierto modo el proyecto con plantas se relaciona con las propias pinturas de Rocío que involucran a los humanos con una serie de ambientes vivos y vegetales. La fusión que emerge de ambos es sutil, y al igual que en Bonnard, los mundos interior y exterior parecen intercambiables, irreductibles, íntimos. Las pinturas personales y alegóricas de Rocío Arregui Pradas son una especie de «simbolismo diáfano» donde el espacio, el aire, los elementos se abren para respirar así como para hablar. Las flores se manifiestan como una especie de memoria del cuerpo del paisaje, y la fusión de todos estos elementos intercambiables están imbuidos de la sensibilidad de una presencia humana duradera, de la forma en que guardamos los recuerdos a través de las edades, a través del tiempo, como algo cercano a las experiencias oníricas – intergeneracional – siempre en el tiempo, fuera del tiempo. (Traducción de Rocío Arregui))